martes, febrero 05, 2008

ALGUNOS GENIOS TIENEN PULGAS


En los años ochenta se puso de moda una saga fílmica sobre un perro jamado “Benji” cuyas hazañas seguramente inspiraron años después la serie “McGiver”. Este animal era capaz de sobrevivir abandonado en una isla desierta enfrentando solo las fuerzas de la naturaleza y hasta a un lobo que se lo quería merendar. Por supuesto que todo era ficción, ya que durante mucho tiempo se ha considerado a los animales como seres incapaces de razonar o comprender procesos complejos, sin embargo, recientes experimentos y descubrimientos han hecho a los científicos poner más atención sobre las capacidades del cerebro animal.
No faltan los científicos o filósofos que se sienten ofendidos con el planteamiento mismo, ya que se supone que la capacidad de razonar es la principal diferencia entre los animales y los humanos, pero Donald Griffin, de la Universidad de Harvard afirma que “Si la conciencia es importante para nosotros y existe en otras criaturas, es probable que también sea importante para ellas”.
Los egipcios creían que los animales pueden evolucionar hacia estados de percepción más elevada, tal vez sólo así podríamos explicar la gran inteligencia y sabiduría que algunos demuestran.
Los dueños de animales domésticos sobre todo pueden dar innumerables muestras de lo que parecería una capacidad extraordinaria de sus mascotas, recuerden la famosa frase “Sólo le falta hablar”. Encontramos perros o gatos que parecen adelantarse a los deseos de sus amos, que los esperan en la puerta aunque no sea su hora de llegada, que “presienten” cuando algo malo va a pasar manifestándolo a través de gemidos o con una inexplicable inquietud.
También abundan las historias de animales de zoológico que engañan y manipulan a sus guardianes o que negocian con ellos, y otras de una comprensión y confianza que superan el abismo que separa a las especies. Aún así, el hecho de que un animal posea una notable habilidad para aprender cosas, esto no necesariamente significa que sea inteligente.
Según el investigador Steven Lindsay, se podría asegurar que el perro, por ejemplo, tiene las mismas emociones básicas y conciencia que tenemos los seres humanos. Su potencial para percibir cambios en la química corporal de las personas explicaría muchas de las facultades aparentemente paranormales que se observan en los perros, pero, ¿se podría decir lo mismo de otras especies?
Los delfines día con día dan muestras de una gran “inteligencia”, con un lenguaje desarrollado e incluso saben utilizar una computadora, hasta se cree que pueden imitar el habla humana. Las distintas clases de simios son expertos en engañar o fingir ante sus criadores para obtener ventajas sobre los demás como juguetes o comida. Por todo el mundo hay testimonios de criaturas que demuestran comportamientos tan complejos que no se pueden explicar con la simple razón del instinto, desde elefantes y ballenas hasta castores, palomas o ratones (hace poco unos científicos dijeron que éstos son capaces de sonreír).
Quizá haga falta que los ser humanos no seamos tan soberbios al pensar que sólo nosotros tenemos la capacidad de razonar, y pensar un poco como el filósofo griego Porfirio (232-304 d.C.), que decía: "Entre los animales hay muchos que aventajan al hombre por su tamaño, su velocidad, el alcance de la vista, la sutileza del oído. Pero no por esto el hombre es sordo, ciego o débil, ni está privado de movimiento. Si los hombres tienen más inteligencia que los animales, esto no es una razón para sostener que los animales no la tienen en absoluto; del mismo modo que sería erróneo sostener que las perdices no vuelan porque los gavilanes vuelan mejor que ellas".

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