martes, febrero 05, 2008

¿A poco no lo sabían?


POR LA ESPIRAL/ Fragmento de la columna ecrita por Claudia Luna Palencia y publicada en El Diario de Coahuila, el 10 de octubre
Aquello de la riqueza no se esconde le llega al dedillo al ex presidente Vicente Fox, esposa y familia. ¿Lo perdonamos? La prensa internacional ventila el caso Fox desde el escándalo por las fotos, acaso evidencias del remozamiento de lujo en el rancho San Cristóbal con lago, cabañas, cancha de futbol y un garaje para 15 vehículos, emulando al de la reina Isabel II. La credibilidad del ex presidente en picada, otrora manejada por empresas dedicadas a crear opinión, maquillar imágenes, destacar las relaciones públicas y medir sondeos para traducirlo en popularidad. Ya nadie se cree eso de "Fox no sabe gobernar, no tiene talento para ello, pero es bonachón". La perversidad viste de muchas maneras y si lo combinamos con la ambición el resultado es arriesgado, más para alguien que tiene entre sus manos la delicada tarea de gobernar para millones de personas. Alguien se equivocó, otra vez nos engañaron. ¿De verdad no nos dimos cuenta? En el antes y el después, en seis años, el ex presidente Fox salió con una bolsa declarada de dos millones de euros, de acuerdo con el periódico español ABC en su edición del lunes pasado. Otra vez la tibieza o el temor. Los mexicanos en el tránsito en la democracia no maduramos un carácter cívico, ni siquiera llegamos a la mayoría de edad en la aplicación de la ciudadanía, de una que obliga y al tiempo concede el derecho para exigir las cuentas claras a los gobernantes cuando están en pleno ejercicio de funciones y no cuando ya se han ido. El sexenio de Fox estuvo plagado de excesos, todos lo sabemos y somos cómplices porque nos callamos, bajamos la cara. Sabíamos de las arbitrariedades de la señora Marta Sahagún.
Los mexicanos sumidos en la pobreza, década tras década, víctimas del agravio de políticos corruptos, de los subsidios que primero medraron con sus ilusiones han decidido no aguantar más, al menos aquellos pobres que viven en el campo y en determinadas áreas urbanas, optando entonces por vender su fuerza de trabajo en la Unión Americana. Se van las nuevas generaciones que no quieren repetir la historia de sus padres, de las generaciones pasadas, agobiadas por el paso de políticos tras políticos con promesas de terminar con la pobreza. Con Fox la salida fue más acelerada porque el fracaso fue inmediato, aunque el ex presidente en su momento lo defendió como un hito cultural. Los más fregados de este culebrón somos la clase media, la que no podemos salir corriendo a Estados Unidos, ni contratarnos de lavaplatos o de jardinería. Los que hemos ido a la universidad, pagamos por una hipoteca, las tarjetas de crédito y tenemos hijos que dentro de veinte años estudiarán una carrera universitaria. La clase media es el grueso del público elector, el voto más importante, ello de forma implícita llevaría a no dejarnos tomar más el pelo. El problema es que: o nos falta carácter o nos gusta vivir en el engaño. Seguimos eligiendo mal y pagamos por partidos políticos formados por todo tipo de mediocres, bonachones, con grandes ambiciones personales y monetarias. Lo de Fox no comenzó sólo con el rancho San Cristóbal o con el dinero que amasó para construir el Centro Fox. ¿Por qué si era un próspero empresario, según él, su familia no vivió al estilo palacio hasta que él fue presidente? ¿Por qué dejaron de vestir Suburbia a cambio de Chanel, Armani y Louis Vouitton hasta que él fue presidente? ¿Por qué las cirugías, las toallas de miles de pesos, las joyas y los desfiles de moda, el pago de alquileres de pisos en España e Italia que envolvieron a su primera y segunda familia, cuando Fox ya era presidente? ¿A éste también lo vamos a perdonar? ¿Por ser bueno?

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